En nuestra vida desenfrenada, en lo cotidiano, en medio de la actividad diaria, nuestra mente se encuentra ocupada concentrando toda nuestra energía en aquello que hacemos, pero incluso entre tanta acción hay momentos en los que nuestra mente encuentra recodos en los que descansar. En esos instantes furtivos no somos los impulsores de ciertos pensamientos, no buscamos tenerlos, no pretendemos visualizar ciertas imágenes mientras nuestras manos realizan las labores. No intentamos soñar mientras nuestro cuerpo efectúa las tareas.
Aún así sucede esa especie de desdoblamiento hasta el punto de existir en dos realidades distintas, aquella física en la que contactamos con las acciones que estamos realizando y la otra, mucho más sutil en la que vivimos en nuestro interior sintiendo y experimentando otros lugares, otras situaciones, ideas que nos aportan esos momentos de huída inesperada de la realidad física.
Soñar despiertos puede ser uno de muchos reflejos indicativos de que nuestro ser es multidimensional, de que nuestra vida está siempre abierta a un infinito número de posibilidades, de que somos energía en constante evolución, de que siempre podemos acceder a un mayor sentido sobre la existencia, a una emoción más amplia que nos conecta a la vida más allá de la materia de la que tanto creemos depender.
Entre las líneas de este texto podemos encontrar algunas de las muchas preguntas que nos realizamos en nuestra vida, referentes precisamente a la misma vida y también podemos encontrar algunas de las respuestas a esas preguntas, ya que son parte de verdades que podemos sentir e interpretar en nuestro interior, en nuestro ser, en la sabiduría que todos tenemos a la que no siempre estamos dispuestos a acceder por no creer que esto sea posible, por no abrir nuestra mente, emociones y sentimientos a nuestra alma donde se encuentra todo el conocimiento sobre nuestra existencia. Lo que aquí se ofrece es simplemente el recordatorio de que todos los humanos tenemos esa posibilidad en nuestro ser.
Se puede leer este texto de forma completamente lineal y también de manera aleatoria, abriendo de forma “casual” por cualquiera de sus páginas y enfocando la mirada a un párrafo concreto, donde seguramente hallaremos algo que nos haga pensar de otro modo sobre la inquietud en la que nos habremos concentrado previamente, antes de hacer la consulta, probablemente no obteniendo una respuesta directa y clara pero sí aportando algo más de luz a esa duda, para que nosotros mismos sigamos ese sendero hasta dar con aquello que nos hará sentir otra verdad más amplia en nuestro interior.
Para lograr que este texto diera el resultado esperado eran necesarias dos personas conectadas a realidades distintas. Una de ellas, Maribel Sánchez en conexión con las inquietudes y dudas que las personas puedan tener sobre la vida y la existencia, así como los problemas y dificultades de lo cotidiano, de las relaciones, desde una realidad rebelde, de quien ya no acepta más el conformismo social ni la pasividad emocional a la que, la humanidad, está acostumbrada. La otra persona necesaria para el proyecto, David Romera ha realizado la conexión que todo ser puede realizar para responder a esas preguntas de Maribel, no desde la mente ni desde su propia experiencia sino desde la sabiduría espiritual del alma, para verbalizar desde ahí las respuestas a dichas dudas existenciales, iluminando y clarificando las sombras hasta descubrir que en lo más oscuro o limitado vive una realidad mucho mayor.
Cuando comprendamos que somos seres espirituales viviendo la experiencia humana, entonces nos daremos cuenta de que estamos aquí para crecer y evolucionar como energía a través de esta vivencia, de cada instante en este mundo, en esta vida, eligiendo a cada momento de qué manera queremos practicar la divinidad de nuestro Ser, aplicando un tipo u otro de vibración a cada paso. En nuestra decisión está la clave de la vida más allá de la vida, podiendo a ceptar las experiencias como lo que son, oportunidades para comprender de qué está hecha la existencia, lanzándonos a gozar de todo, permitiendo así que fluya nuestra autenticidad en todo su esplendor.